Despues de entrar hay un pasillo largo que termina en un salón grande con muchas sillas rimax ocupando todo el espacio. Siga, siéntese, ubicado ahi, un guarda le da a oler algo a un perro que tiene al lado, hace el gesto con la mano de quien tira algo pero no, suelta al perro que va recorriendo las sillas en busca de lo que tiene en sus manos el guarda, el perro da vueltas por todo el salón, eventualmente se sienta al lado de alguien, o lo muerde, como a mi, que empezó a morderme el bolsillo trasero del pantalon. El guarda me llama, me lleva a un cuarto junto a la sala, quítese toda la ropa y demela, sin mucho que hacer me la quito y se la voy pasando mientras él comienza a tocar cada centimetro de la tela, cada costura, cierre o broche, cuando ya estoy desnudo me dice que me acuclille y tosa, cof cof, me levanto, me pasa la ropa, me visto rapidamente y salgo caminando descalzo sobre el piso entre humedo, sucio y olvidado. Una vez fuera del cuarto, me pongo las chanclas y voy caminando hacia unos cajones pelados y desgastados que funcionan como sensores, en la parte de arriba un bombillo indica cuando entrar, paso a paso, siga, siga, al otro lado, otro guarda indica el camino para el siguiente control, antes de entrar a los pabellones.

Luis Felipe Velez, Cali 2024