Por: John Jairo León Muñoz

Es la marcha para que no haya cambios, impulsada por los dueños eternos de las instituciones, es decir los propietarios de la salud; de los terratenientes que no ceden un milímetro de sus bastas tierras para los campesinos y, que es a su vez, para el cultivo de la mora y los mangos y el maíz. Es la marcha de los dueños de los fondos privados de pensiones que evitan que haya una vejez digna para quienes no han podido cotizar en el tiempo. De los defensores de la guerra y asesinos de la paz. Es la marcha de la opresión de los derechos de los trabajadores que desean que no regrese el pago de las horas extras ni se paguen doble los dominicales. Es la marcha de la injusticia que deja libre al hampón y juzga la decencia. Es la marcha de seres humanos que tienen rabia porque se están limpiando las instituciones del poder iracundo y sangriento del narcotráfico y, eso les ha ido impidiendo que salgan toneladas de cocaína a ciudades estadounidenses y europeas. Es la marcha que quiere que el poder del narcotráfico siga siendo el dueño de la Fiscalía y de la Procuraduría y del Senado.

Es la marcha del periodismo, de la decadencia del periodismo que se puso a las órdenes de la corrupción y de la mafia; del periodismo amarillista, mentiroso, mezquino, el que a través de calumnias a lo que Orwell narra en su novela 1984 lo verdadero como falso y lo falso como verdadero o presenta al odio como amor. Un periodismo que perdió su identidad y su sentido y el que un gran número de colombianos cuestiona y duda sobre sus formas de desinformar.

Si hace un excesivo sol en el bosque a punto de quemarlo todo, la función del periodista es no solo preguntarle a quien habita en el bosque, sino observar el comportamiento dentro de él con sus animales, sus ríos y sus plantas. Es comprobar como testigo ocular en el lugar de los hechos que el bosque está a punto de arder y, así, con las fuentes y la información comprobada informar con imparcialidad: El bosque está que arde. Y, alejarse de esos titulares manipuladores. El fatalista: ¡Exclusivo! La tierra a punto de extinguirse por quema de bosque. O el que se expresa como pitonisa: ¡Indignante! La quema del bosque será el comienzo de la quema de nuestra propia especie. O el alarmista: ¡Le quedan pocos días a la tierra! El bosque se extinguirá por políticas del gobierno Petro. Es la marcha del periodismo que opina y no investiga ni contrasta.

Es la marcha de los periodistas que pertenecen a una nómina que falta aún por descubrir su financiamiento orquestado y al unísono: ¿quién les paga a estos periodistas para que cuenten mentiras? ¿Cuánto reciben cada que ocultan los logros del gobierno del pueblo? ¿Quién es el editor, el que les tira línea para que todos los medios mafiosos no les importe el fondo sino lo superficial? ¿Quién les prohibió investigar? ¿Quién les borró las preguntas quisquillosas y argumentativas tanto para unos como para otros? y decidieron solo hacer las preguntas hacía un bando y proteger al otro. ¿Cómo enjuiciar la mentira y su capacidad constante de embrutecer desde Semana, El Colombiano, El País, El Tiempo, El Heraldo, W Radio, La FM, Blue Radio, RCN, Caracol?

Es la marcha de los desinformados que no creen todavía en la manipulación mediática, en el veneno que expulsan los periodistas protegidos y que callan la relación directa del expresidente Uribe con la creación de los paramilitares y la desaparición y aniquilación de 6402 sueños. Es la marcha de los desinformados manipulados que no saben por qué marchan, no se han leído el texto de las reformas y sin leerlas ya las odian y las aborrecen. Desinformados que no saben sobre la reforma educativa y ya la rechazan porque eso dice el grupo de what´s app al que pertenecen o el meme que se comparte en redes. Es la marcha de quienes no profundizan sobre la relación mafiosa del exfiscal Babosa y la vicefiscal Mancera con la delincuencia en Buenaventura. Es la marcha que camina al lado del verdugo, el que le quitó derechos de salud, el que se robó la plata de las EPS  y el que quiere seguir jodiendo al desfavorecido. Es la marcha de los que no les importa los billones robados de Keralty ni de Centros Poblados y marchan de la mano de los ladrones. Es la marcha de aquellos y aquellas que escuchan matutinamente los insultos en radio de Felipe Zuleta, la tergiversación de las noticias de Luis Carlos Vélez, la cizaña de Néstor Morales, la calumnia de Vicky Dávila y la alcahuetería y la brutalidad de las ideas de derecha. Ojalá algún día la moral les cobre y les interrumpa el sueño a Julio Sánchez Cristo, Alberto Casas, Camila Zuluaga, María Isabel Rueda, Andrea Nieto, Gustavo Gómez todo lo que pudieron haber hecho desde el poder de los micrófonos por los cambios de la sociedad y por la construcción de una sociedad justa y equitativa y se quedaron defendiendo a los opresores. Se mantuvieron de espalda frente a las injusticias.

Es la marcha de los políticos de siempre, los que quieren que nada cambie, que el agua siga siendo de ellos, que la energía este privatizada, que el servicio de transporte masivo siga siendo el negocio de ellos y ojalá por siempre. Se acostumbraron a adueñarse del estado y creer que los recursos públicos les pertenece.

Es la marcha del Clan del Golfo golpeado en sus finanzas por la incautación de la droga. Es la marcha del Clan Char que ven en peligro el poder de sus economías, donde solo ellos merecen ser ricos, donde solo ellos son los dueños del progreso y se acostumbraron a hacerlo con el beneplácito del estado. Es la marcha de los enemigos de la paz, los rastrojos, el ELN, las disidencias de las Farc. Es la marcha de la falta de ideas y de argumentación representada en esa política rancia que no debate sino que sigue las instrucciones de las instituciones que pagaron su carrera política: de la Cabal, de Turbay, Name, Gaviria, Lozano, don Polo, misia Holguín, doñas Paloma, Claudia López, Angelica Lozano, Juviano y Miranda.

Los indecentes, esta clase de indecentes sin argumentos, no quieren que nada cambie y por eso marchan. Los indecentes se alegran que el dólar suba o el dólar baje, siempre y cuando se muestre como ese hecho es negativo para la imagen del presidente Petro. Los indecentes no creen en los hechos, en las evidencias, sino en la palabra mesiánica de su líder que se acostumbró a caminar con Cross untados de sangre. Los indecentes no argumentan, repiten y repiten una idea sin confrontarla. Los indecentes han hecho creer a los pobres que les están quitando derechos como si fueran ricos. Para los indecentes así llueva, así lo vean y lo sientan, para ellos está haciendo sol por más mojados que se vean. Es la marcha de la falta de ideas, del egoísmo, de quienes justifican los ataques de Israel a Palestina. Es la marcha que se quedó en el insulto y la que odia que se visibilicen la diversidad sexual y étnica. Es la marcha que defiende los intereses de unos pocos y que por 200 años han hecho tanto daño al país promoviendo la muerte y pintando el campo de sangre.